Medievo y Renacimiento en Sevilla
Historia de la corte medieval y la Sevilla post reconquista
La corte más ilustrada de Europa
Tras la entrada del rey Fernando III en Sevilla, y durante el reinado del denominado “rey sabio” Alfonso X, la corte se establece en Sevilla, que vive, a la sombra de este rey intelectual y sensible, una de las épocas más brillantes de la edad media europea. Alfonso, se rodeó de filósofos, juristas, músicos, artistas y matemáticos que dieron a su reinado un impulso creativo que resuena aún en nuestros días.
Don Fadrique Álvarez de Toledo, fue cuarto duque de Alba, duque de Huéscar, marqués de Coria y Comendador Mayor de la Orden de Calatrava. Bajo el reinado de Felipe II vivió una historia de amor imposible con doña María de Toledo que acabaría en su destierro y ruina. Las piedras de la torre aún lloran a los amantes desesperados.
Tras la entrada del llamado Rey Santo, durante su reinado y, sobre todo en el de Alfonso X El Sabio, la corte de Sevilla revive un esplendor que la convierte por décadas en la capital. Intelectuales y artistas encuentran en la capital hispalense un refugio para sus talentos y un cierto ambiente de tolerancia, que permitía un brillante desarrollo de la ciencia y de la cultura.
Es en ese momento cuando Alfonso manda edificar su palacio en el antiguo palacio almohade, en estilo gótico, siendo los restos de éste los considerados el elemento de arquitectura gótica civil situado más al sur de Europa.
Si hubiese que destacar una obra entre todas de esta ilustre época de arte y arquitectura en Sevilla, ésa sería La Catedral de Sevilla
Santa Ana
Santa Ana es el monumento más representativo del popular barrio de Triana. En 1280, Alfonso X el Sabio (1221-1284) lo mandó construir en cumplimiento de la promesa que hizo a la Virgen y a su Madre, Santa Ana, para curar de una grave enfermedad en los ojos. La erigieron maestros burgaleses, en estilo gótico cisterciense, ayudados por alarifes mudéjares, a los que se debe el uso del ladrillo. Es la torre uno de los elementos más característicos de la iglesia, donde se mezcla el mudéjar del piso inferior con el barroco del campanario que, adornado con azulejos azules, produce una alegre sensación cromática. El interior alberga el plateresco retablo mayor (1542-1565) sobre la vida de la Virgen y su Madre con pinturas de Pedro de Campaña. Preside el retablo un originalísimo grupo con las imágenes para vestir del siglo XIII de Santa Ana, la Virgen y el Niño.
Santa Paula
Santa Paula se fundó en 1475. Sus más de 8.000 m2 constituyen una compleja estructura de edificios, patios, calles, etc., originada por sucesivas adiciones y transformaciones, hecho habitual en los conventos sevillanos. Sus portadas, la iglesia, el coro y sus hermosos claustros constituyen uno de los más completos recintos conventuales de Sevilla. La portada principal es una de las más singulares de la ciudad. Fechada en 1504, combina elementos del gótico-mudéjar con incipientes motivos ornamentales del renacimiento italiano. La puerta es ojival de ladrillo mudéjar y presenta en su tímpano un escudo real en mármol con el yugo y las flechas distintivo de los Reyes Católicos. La atractiva decoración de azulejos las firma Francisco Niculoso Pisano. Los tondos y ángeles son de Pedro Millán y el Nacimiento, procede del taller florentino de Andrea de la Robbia.
San Marcos
San Marcos es una de las más hermosas iglesias mudéjares. Sobre las arquivoltas góticas se sitúa las imagen del Padre Eterno en el centro. Su esbelta torre alcanza los 22 metros de altura. Reproduce las formas de los alminares musulmanes con su decoración en “sebka” en su parte más alta y con las afiligranadas ventanas que disminuyen en complicación y tamaño mientras más nos acercamos al suelo. En 1603 Vermondo Resta le añadió el campanario. En 1470, la Iglesia de San Marcos sufrió un incendio provocado por la gente del conde de Arcos en sus luchas con el conde de Niebla y el duque de Medina Sidonia. Este suceso sirve de ejemplo a las constantes luchas que estas dos principales familias de la alta nobleza sevillana mantuvieron durante los siglos XIV y XV. En 1936, fue de nuevo incendiada y permaneció cerrada al culto hasta 1970.
Fue el rey Pedro I (1350-1369) el que impulsó con fuerza la construcción de estos templos tras el desgraciado terremoto de 1356. Constituyen el tipo parroquial sevillano gótico-mudéjar del siglo XIV. Son iglesias construidas en ladrillo con portadas abocinadas y tres naves cubiertas con techumbres de madera con presbiterio poligonal cubierto con nervaduras góticas, acompañadas con torres que reproducen a los antiguos alminares islámicos Iglesias como San Marcos, Omnium Sanctorum o Santa Marina conservan con gran pureza este estilo. En otras se mezcla con los añadidos que durante siglos se les fueron incorporando, como Santa Catalina, en donde se puede disfrutar desde la belleza mudéjar de su torre hasta la barroca capilla Sacramental de Figueroa.
Casa de los Mañara
Los barrios Santa Cruz y de San Bartolomé formaban la antigua judería. En este último se encuentra este palacio que, desde 1623, se convirtió en residencia de los Mañara, una de las numerosas familias foráneas, en este caso de Córcega, que se asentaron en Sevilla en el siglo XVI, enriqueciéndose de manera que llegaron incluso a alcanzar la hidalguía. El más conocido de esta familia es Miguel Mañara, quien tras la muerte de su esposa en 1661, abandonó su vida mundana para dedicarse al servicio de los pobres. En 1671, dejó su palacio para residir en una casa más humilde en la calle que hoy lleva su nombre y, en 1677, en la más humilde celda de su Hospital de la Caridad.
La bella portada de mármol de la casa está flanqueada por dos columnas toscanas de fuste acanalado que sostienen un entablamento entre cuyas ménsulas se alternan bucráneos (cráneos de buey) y mascarones femeninos, sobre el que se encuentra el sencillo balcón central. La larga fachada se estructura con pilastras de distribución irregular y el alero se cubre de tejas, salvo en las dos últimas calles, en donde se dibuja una terraza con un original diseño de su antepecho rematado por pináculos. En su fachada se observa el gusto proveniente del seiscientos sevillano de imitar sillares u otros elementos en las fachadas, forma barata y eficiente de dar una visión nueva a un paramento liso.
Casa de los Pinelos
Esta casa es una de las más interesantes del siglo XVI. Procede su nombre de su fundador, Jerónimo Pinelo, hijo de Francisco Pinelo, genovés de origen y uno de los más ricos mercaderes de Sevilla. Hoy es la sede de las Reales Academias Sevillanas de Buenas Artes, Letras y Medicina. La casa consta de dos plantas rematadas por un mirador con un antepecho gótico de piedra calada. Los miradores se convirtieron en un elemento característico de muchas casas sevillanas de los que se conservan hoy todavía bellos ejemplos.
Casa de Pilatos
La Casa de Pilatos constituye la más notable muestra de arquitectura palaciega sevillana del siglo XVI. Su construcción la inició Pedro Enríquez, Adelantado Mayor de Andalucía, y su mujer Catalina de Ribera. Su hijo, Fadrique Enríquez de Ribera, amplió el palacio hasta su muerte en 1539. Su aspecto definitivo se debe a su sucesor, Per Afán de Ribera, virrey de Nápoles, el cual legó gran parte de la colección arqueológica que se conserva en el palacio. Su nombre alude al viaje que, en 1519, Fadrique hizo a Jerusalén. A su vuelta, estableció el Vía Crucis desde su casa, con la primera estación con el juicio de Jesús en casa de Poncio Pilatos.
La Casa de Pilatos armoniza diversos estilos en un complejo conjunto de edificios en torno a sus patios y jardines. Espléndido es el Patio central con sus arcos de formas irregulares decorados con una exuberante decoración de yeserías mudéjares. En los vértices se sitúan dos Palas Atenea, copias romanas de originales griegos. En el recorrido se disfruta de los valiosos y variados artesonados, yeserías, azulejos, junto a las pinturas y esculturas, que nos participan del pasado esplendor de la ciudad.
Casa de la Condesa de Lebrija
Este antiguo palacio del siglo XV reedificado en el XVI, debe su personalidad a Regla Manjón, condesa de Lebrija, que lo adquirió a finales del XIX. La planta responde al modelo sevillano con zaguán y patio principal en torno al cual se organiza la casa. El centro del patio lo ocupa un magnífico mosaico romano formado por medallones con estrellas, flores o motivos mitológicos como Leda y el Cisne, Europa, o Ganímedes dando de beber al águila. La casa combina los más variados elementos: mosaicos romanos, yeserías mudéjares, azulejos, artesonados y frisos renacentistas, la balaustrada de madera de caoba de la escalera, etc.
Conventos Sevillanos
Las espadañas de los conventos perfilan el cielo de Sevilla, bellas y humildes, sin competir con las torres parroquiales. Desde la Reconquista, los conventos de las principales órdenes se asentaron en la ciudad, como San Clemente o Santa Clara, ya en el siglo XIII; Santa Paula se fundó en el XV; Santa Inés, Santa María de Jesús, Santa Isabel, el Socorro, San Leandro, Madre de Dios o las Teresas en el XVI; completándose esta lista no exhaustiva de conventos de clausura con Santa Ana en el XVII o Santa Rosalía en el siglo XVIII. Conforman un remanso de paz y oración en la ciudad, que solo entrevemos a través de sus iglesias en donde una reja separa las monjas orantes del fiel que las acompaña.
Sus iglesias son de una sola nave a la que se adosan las dependencias conventuales ordenadas en torno a grandes patios. Entre sus paredes, se albergan recuerdos de siglos, como en Santa Inés, donde se conserva el cuerpo incorrupto de María Coronel o la leyenda de Maese Pérez el organista que relató Bécquer; o en las Teresas, donde se custodia el manuscrito original de las Moradas de Santa Teresa de Jesús y el único retrato que le hicieron en vida. Unido a ello están sus centenarias recetas de repostería que venden a través de sus tornos: los bollitos de Santa Inés, la mermelada de Santa Paula o las célebres yemas de San Leandro.
La Cartuja
La Cartuja la fundó el arzobispo Gonzalo de Mena en 1399. Cristóbal Colón disfrutó de la hospitalidad de los monjes cartujos y desde aquí organizó su segundo viaje, siendo también, durante 30 años, el lugar donde reposaron sus restos. En 1839, el Marqués de Pickman adquirió el monasterio para instalar una fábrica de loza y porcelana china. La función fabril causó irreparables daños al edificio, aunque los 5 hornos en forman de botella procedentes de entonces ofrecen un original perfil a este recinto. En 1986 se inició la rehabilitación del conjunto con motivo de la celebración de la Exposición Universal de 1992, en la que fue la sede del Pabellón Real. Tras este certamen, es sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
Catalina de Ribera promovió la construcción de la casa de Pilatos, fundó el Hospital de las Cinco Llagas y adquirió para su hijo Fernando la Casa de las Dueñas. Los sepulcros de los Ribera, patronos de la Cartuja, se encuentran en la capilla del Capítulo. De 1836 a 1992, ambos sepulcros estuvieron instalados en la iglesia de la Anunciación.
Con proyecto de Francisco Pinelo, la Casa de la Contratación la fundaron los Reyes Católicos en 1503. Tenía como misión el control del monopolio del trafico con las Indias y se mantuvo en Sevilla hasta su traslado a Cádiz en 1717. Durante este periodo, Sevilla se convirtió en la ciudad más populosa e importante de España y la tercera mayor de Europa.
Con el monopolio, el caudal de riquezas que entraba a través del Guadalquivir atrajo a comerciantes, artistas, buscadores de fortuna y amigos de lo ajeno, personajes de toda índole y que configuraron una sociedad sin par en la Europa del XVI. Su sala de Audiencias la cubre una dorada techumbre de madera sobre un friso de yeserías plateresca. La preside la Virgen de los Navegantes, obra de Alejo Fernández de 1535. La Virgen ampara con su manto a Cristóbal Colón, a Carlos V, a Sancho Matienzo, primer tesorero de la casa de la Contratación, a Américo Vespucio, a Juan de la Cosa y a indios americanos. A los pies de la Virgen aparecen sobre el mar navíos de la época.
El edificio de la Universidad se construyó para la Real Fábrica de Tabacos. La planta es un amplio rectángulo de 250 por 180 metros sólo superado por El Escorial.
Este edificio alberga a la Universidad desde mediados del XX, donde estuvo la Antigua Real Fábrica de Tabacos. Une su historia a la de las cigarreras, grupo esencial en la historia social y romántica de la ciudad. Así, Sevilla, protagonista de célebres óperas como Don Giovanni, Las Bodas de Fígaro, El Barbero de Sevilla o Fidelio, con la cigarrera Carmen ganó uno de sus mayores mitos universales. Durante el siglo XVIII, con el impulso renovador de los primeros borbones, se realizaron un conjunto de obras industriales. Así, los Almacenes Reales de Madera (1735), la reforma de la Casa de la Moneda (1785-1790), la Fábrica de Artillería (1778-82) o la Fábrica de Tabacos (1728-1771) que sustituyó a la que desde 1636 se encontraba en la plaza de San Pedro.
La inició Ignacio Sala y la continuó Diego Bordick, pero su autor decisivo fue el holandés Sebastián Van der Borcht. En la fábrica se elaboraron más de las tres cuartas partes de los puros que se consumían en Europa por alrededor de 3.000 cigarreras y constituyó durante mucho tiempo la más importante industria de la ciudad. La planta es un amplio rectángulo de 250 por 180 metros sólo superado por el Escorial. A pesar de su uso industrial, se diseñó con un espléndido aspecto palaciego. La noble fachada la preside una excelente portada barroca, en cuya entrada se disponen relieves alusivos al Descubrimiento y al tabaco.