Écija

Tras el devastador terremoto de 1755, se levantaron las espigadas torres barrocas que dominan el horizonte ecijano.

A orillas del Genil, Écija, famosa por sus caballos y por sus tórridos veranos que bien la acreditan como la “sartén de Andalucía”, domina la rica comarca agrícola de la campiña sevillana. Fue “Astigi”, capital de un “conventus” romano, donde, según la leyenda, predicó San Pablo, y es ciudad importante desde entonces. Sin embargo, los perfiles de Écija se dibujan en el XVIII. Tras el devastador terremoto de 1755, se levantaron las espigadas torres barrocas de las iglesias que dominan el horizonte ecijano: el Carmen, la Victoria, Santiago, Santa María, San Juan, San Gil, Santa Cruz. Écija posee una arquitectura civil de una calidad excepcional, con rasgos originales respecto al resto de la provincia: fachadas intensamente decoradas, peculiares balcones y aleros, el característico apeadero descentrado… En el “Salón” se abren casas-miradores, que eran propiedad de la nobleza que las aprovechaba para contemplar los espectáculos celebrados en esta plaza.