El Guadalquivir

A partir de 1492 se hizo un río universal con la colonización de América, cuando Sevilla adquirió el monopolio del tráfico con el Nuevo Mundo.

Tartésicos, fenicios, cartagineses, romanos, visigodos y árabes son las generaciones de hombres que son las raíces de Sevilla, de Isbiliya, de Híspalis, la ciudad que nació de este río providencial hace ya 3000 años. Los romanos lo llamaron Betis, sin embargo su nombre proviene del árabe, al wadi al Kabir (el río Grande). Son 657 km los que recorre en su travesía desde la Sierra de Cazorla.

En sus inicios, el río discurre por angostas sierras hasta alcanzar la depresión Bética, donde riega un extenso y fértil valle. Al llegar a Sevilla, el río se hace navegable. Al final de su curso, el río atraviesa las marismas del Coto de Doñana para desembocar en Sanlúcar de Barrameda. A partir de 1492 se hizo un río universal con la colonización de América. Sevilla adquirió el monopolio del tráfico con el Nuevo Mundo y, así, desde su puerto partió Colón en su tercer viaje y la expedición con la que Elcano dio la primera vuelta al mundo. Pero el Guadalquivir no fue sólo signo de prosperidad, también de fatalidad: las periódicas crecidas del río inundaron sucesivamente la ciudad. Hoy, ya amansado, a sus orillas se siguen asomando las dos caras de la ciudad: la de Sevilla y la de Triana.