La Provincia

Sevilla dispone de una completa red de comunicaciones, tanto hacia el exterior como para moverse dentro de la ciudad.

La provincia de Sevilla es difícil de ser resumida en un estilo o en calidad. Por la variedad de sus recursos turísticos; con sus pueblos monumentales, la riqueza gastronómica que puede disfrutar el visitante; por la calidez de sus gentes, famosas por su hospitalidad y su cariño con el visitante; por sus espacios de disfrute y solaz, las haciendas, los cortijos, las plazas y callejuelas de sus pueblos. Es la provincia donde el visitante puede encontrar algo más de esa alma andaluza más íntima, más reposada.

Las fuentes y jardines de los claustros monacales, en algunos casos reconvertidos en magníficos alojamientos hosteleros, las cuadras de los cortijos en los que el visitante puede iniciar rutas a caballo difícilmente repetibles, las estancias y salones de un pasado conservado y recuperado con orgullo y modernidad; son todos argumentos de fuerza para sumergirse en este territorio de acogida.

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Localizado en el extremo norte de la cornisa del Aljarafe, el yacimiento arqueológico de Valencina de la Concepción, uno de los conjuntos dolménicos más importantes de Europa, corresponde a la Edad de Cobre y el Bronce antiguo.  Entre estos monumentos funerarios destacan los dólmenes de La Pastora, de Matarrubilla y de Ontiveros, los dos primeros visitables, previa visita al museo.

DOLMEN DE LA PASTORA

Descubierto en 1860, se trata de un tholos de largo corredor de más de 46 metros de longitud, dividido en tres tramos,  y cámara circular al fondo. La cubierta y el suelo están realizados con grandes losas, mientras que las paredes son de lajas de pizarras.

DOLMEN DE MATARRUBILLA

Se descubrió en 1917, sus paredes están realizadas de mampuestos de piedra y capas de arcilla amasada. La cubierta está compuesta con grandes losas de piedra y el suelo es de tierra apisonada. En el interior de la cámara resalta la presencia de un gran monolito de forma cuadrangular con entalladura central que se ha interpretado como altar o mesa de ofrendas.

Visita Valencina: www.valencinaprehistorica.es

La denominación de Marchena proviene de la época romana, cuando se bautizó como Marcia en honor a Marciana, hermana de Trajano. Anteriormente se produjo un asentamiento tartésico cuyos restos ocupan la actual ubicación de Montemolín. Marchena se ve embellecida por el recinto amurallado levantado durante la ocupación islámica. A esta muralla pertenecen el Arco de la Rosa, un arco de herradura de origen almorávide posteriormente adornado con torreones, y la Puerta de Morón. Otra joya de la arquitectura civil de Marchena se encuentra en la Plaza Ducal. De su solemne palacio se mantienen algunas paredes con un deficiente estado de conservación, la estructura de la portada y algunos arcos aislados. Dentro de la totalidad de monumentos religiosos de Marchena, puede considerarse como la iglesia principal de la zona la de San Juan Bautista, construcción de estilo gótico-mudéjar compuesta de cinco naves. Éstas son cubiertas por un espléndido artesonado de madera noble con lacerías y estrellas. Igualmente conseguido es su retablo mayor, perteneciente al estilo gótico flamígero tardío con pinturas de Alejo Fernández.

A orillas del Genil, Écija, famosa por sus caballos y por sus tórridos veranos que bien la acreditan como la “sartén de Andalucía”, domina la rica comarca agrícola de la campiña sevillana. Fue “Astigi”, capital de un “conventus” romano, donde, según la leyenda, predicó San Pablo, y es ciudad importante desde entonces. Sin embargo, los perfiles de Écija se dibujan en el XVIII. Tras el devastador terremoto de 1755, se levantaron las espigadas torres barrocas de las iglesias que dominan el horizonte ecijano: el Carmen, la Victoria, Santiago, Santa María, San Juan, San Gil, Santa Cruz. Écija posee una arquitectura civil de una calidad excepcional, con rasgos originales respecto al resto de la provincia: fachadas intensamente decoradas, peculiares balcones y aleros, el característico apeadero descentrado… En el “Salón” se abren casas-miradores, que eran propiedad de la nobleza que las aprovechaba para contemplar los espectáculos celebrados en esta plaza.

Es en este municipio donde se encuentra enclavada la ciudad romana de Itálica, el asentamiento romano más antiguo de la Península Ibérica. Fundada por el general Publio Cornelio Escipión y cuna de los emperadores Trajano y Adriano, en la misma destacan su sensacional Anfiteatro y las Termas Mayores. Ya en el casco antiguo de la ciudad, su magnífico Teatro.

También en Santiponce encontramos el Monasterio de San Isidoro del Campo, Monumento Histórico-Artístico Nacional de estilo mudéjar fundado en 1.301 por Guzmán el Bueno y su esposa María Alonso Coronel, y lugar en el que fue enterrado dicho santo. Alberga esculturas de Martínez Montañés y bellas pinturas murales.

Visita Santiponce: www.santiponce.es

Carmona se emplaza en un alcor desde el que se otea la fértil vega del río Corbones, dominando la ruta de Córdoba a Sevilla. La puerta de Sevilla por la que se accede al recinto intramuros es el mejor testimonio de su larga historia. De tartésicos a cristianos levantaron el sólido baluarte conocido como el Alcázar de Abajo. Entre este lugar y la Puerta de Córdoba discurría el cardo máximo romano, en cuyo virtual trazado se sitúan los principales palacios, conventos e iglesias de la ciudad. Podemos distinguir entre el Arrabal, surgido en la Edad Media, donde destaca la iglesia de San Pedro, cuya torre se conoce como la Giraldilla, y el recinto amurallado. Éste conserva su caserío histórico en su integridad sin que estilos extraños perturben su belleza. En éste son admirables las casas-palacio que encontramos y su singular mercado porticado.

Desde 1464, Osuna formó parte del estado señorial de los Téllez de Girón, Duques de Osuna desde 1562. Su patronato la convirtió en una de las localidades más monumentales de España. Juan Téllez de Girón fundó la Colegiata en 1531 y la Universidad en 1548. En ella estudiaron personajes como Rodrigo Caro, Vélez de Guevara o Blanco White. La renacentista Colegiata es de tres naves construida en cantería. Cuenta con la magistral “Crucifixión” de José de Ribera, una de las mejores obras del XVII español. En el Panteón reposan los restos de los sucesivos duques de Osuna y su capilla es una iglesia en miniatura, exquisita joya del plateresco. Osuna posee, además, un excelente conjunto de iglesias, palacios y casas en asombrosas calles como la de Sevilla o la de San Pedro.

Tito Livio cuenta la heroica defensa con la que “Astapa”, fiel a Cartago, se enfrentó durante la II Guerra Púnica a Roma, obligada a destruirla antes que conseguir su rendición. Tras la reconquista cristiana, pasó al dominio de la Orden de Santiago para su defensa del reino nazarí. En el XVI pasó a manos de los genoveses marqueses de Centurión quienes establecieron aquí su señorío hasta el siglo XVIII. Hoy día, Estepa es famosa por sus deliciosos mantecados y dulces navideños, industria que surgió a mediados del siglo XIX. En el cerro de San Cristóbal se encuentran sus principales monumentos: el Castillo, la iglesia de Santa María y los conventos de Santa Clara y San Francisco. Sin embargo, el símbolo de Estepa se encuentra en la ciudad baja, la llamada torre de la Victoria, obra de 1766 del desaparecido convento del mismo nombre.

Ubicada en el extremo occidental de la zona ‘Los Alcores’, junto al río Guadaíra, destacan entre sus monumentos el Castillo de Alcalá, compuesto por dos recintos y once torres, y el Castillo de Marchenilla.

Asimismo, destacan el asentamiento de Gandul, situado sobre el escarpe de Los Alcores, entre las poblaciones de Alcalá de Guadaíra y Mairena del Alcor, con restos de poblados y enterramientos desde el periodo Calcolítico hasta la etapa romana, y los Molinos del Guadaíra, de época islámica y bajomedievales, situados, principalmente, a lo largo del cauce del río Guadaíra.

También son notables las iglesias de Santiago y San Sebastián, esta última de bonita espadaña y bellísimo Retablo Mayor y el santuario de Nuestra Señora del Águila, patrona de la ciudad.

www.turismoalcaladeguadaira.es

El Castillo de los Molares

El Castillo de los Molares alberga, en las salas de la parte superior, en su torre, una exposición sobre la historia del Castillo y las distintas restauraciones y actuaciones que ha sufrido a lo largo de su historia. En su terraza hay un magnífico mirador desde el que se puede ver casi todo el municipio.

El Castillo del Real de la Jara

El castillo de El Real de la Jara es una fortificación militar de origen cristiano, que cuenta con ocho torres, dos puertas de acceso y un gran patio de armas de 2.000 m2.

El nombre de Peñaflor procede de la tradición que cuenta que cuando los santos Críspulo y Restituto, en el siglo XI, murieron mártires, de su sangre caída en una peña, brotó una flor. En ese lugar se levantó la ermita de los Santos Mártires (a la derecha). De singular arquitectura, se asienta en una tumba hipogea romana. Es de planta rectangular con dos salas cuadradas, una de ellas excavada en la roca, sobre la que se eleva una espadaña. Los principales monumentos de Peñaflor pertenecen al siglo XVIII, cuando la población pertenecía a los marqueses de Peñaflor: La parroquia de San Pedro, el convento de San Luis y las antiguas Casas Consistoriales. Peñaflor se conoce igualmente por sus ermitas y su arquitectura civil, como la casa Palacio, la casa Parroquial y la Fábrica de Harina. Su personal arquitectura popular es especialmente visible en la calle de las Cuevas, así llamada por las cuevas que se incorporan a las casas construidas en su delantera. Por último, de su más remoto pasado son el yacimiento fenicio del Higuerón o los restos de la que fue importante población romana de Celti.

La comarca la conforman las poblaciones ribereñas del Guadalquivir a su paso por la provincia hasta alcanzar el Parque Nacional de Doñana, una de las reservas naturales más valiosas del continente europeo, nombrado Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera. Sus municipios comparten la riqueza agrícola, junto a la singularidad de sus paisajes, y el atractivo de su patrimonio monumental. Puede dividirse en tres franjas: la comprendida desde su límite nororiental (donde el Guadalquivir entra en Sevilla desde Córdoba) hasta Doñana, las productivas tierras de la Vega y la superficie del Bajo Guadalquivir, donde las aguas se aproximan al término municipal de Cádiz.

Entre el Guadalquivir y la Sierra Sur, sus fértiles tierras albergan un extraordinario conjunto de poblaciones que rivalizan en historia, monumentalidad y tradiciones. La feracidad de su suelo y ser paso obligado en el camino a Sevilla enriquecieron la comarca. Es una extensa llanura solo alterada por la turgencia de algunas colinas y alcores. Tierra de flamenco, de caballos y toros, aquí tienen su origen tres de las cinco castas de las que proceden los toros de lidia actuales. Su arquitectura, de gran personalidad, ofrece un extraordinario conjunto: las murallas cartaginesas de Carmona, el castillo almohade de Alcalá, el medieval arco de la Rosa en Marchena, la gótica parroquia de Santiago en Utrera, la Colegiata renacentista de Osuna, los palacios barrocos de Écija, las casas dieciochescas de Fuentes de Andalucía…

Situada al oeste de la capital, su cercanía a ésta y su clima suave derivado de su mayor altitud han hecho que muchos sevillanos fijen aquí su primera y segunda residencia. Tradicionalmente, sus poblaciones se dedicaron al cultivo del olivo y a la fabricación de aceite. Por ello, se encuentran excelentes ejemplos de haciendas de olivar como Benazuza, del siglo XVI en Sanlúcar la Mayor, Torrequemada en Bollullos o Torrijos en Valencina, ambas del XVIII. Estas grandes construcciones se organizan en torno a uno o dos grandes patios, distinguiéndose entre la zona del señorío y la de labor. Sus pueblos conservan interesantes iglesias y conventos como el de Loreto en Espartinas, la ermita de Cuatrovitas en Bollullos o palacios como el de Hernán Cortés en Castilleja o el Ducal en Olivares.

Se encuentra en el camino de Sevilla a Cádiz al borde de las marismas de un Guadalquivir ya muy cercano a su desembocadura. Aquí floreció el reino de Tartesos y traficaron los Fenicios. Plinio, Estrabón y Ptolomeo la citaron cuando su nombre era Nabrissa. Entonces, Lebrija era puerto de mar, del llamado Lago Ligustino, el cual, en su proceso de desecación, originó las marismas. Tras la ocupación musulmana, Alfonso X la tomó definitivamente para Castilla en 1264. Este rey mandó construir la Iglesia de Santa María de la Oliva, la cual tuvo importantes reformas en los siglos XV, XVI y XVIII. Su torre, a la manera de la Giralda, es del siglo XVIII. De Lebrija son Elio Antonio de Nebrija (1444-1532), autor de la primera gramática española y Juan Díaz de Solís (c.1470-1516), descubridor del Río de la Plata.

La Vía de la Plata ocupa un pasillo natural entre la Sierras Norte (Sevilla) y la de Aracena (Huelva). Su denominación se vincula con la calzada romana que unía Cádiz con Astorga. Su calificativo se derivaría del término árabe bal´latta o del latino tardío delapidata, expresando ambos el carácter empedrado de la calzada. En su paisaje diverso, tienen lugar propio las dehesas, donde se crían reses bravas y surgen cortijos de sobria arquitectura. La Ruta de la Plata disfruta de una amplia diversidad cinegética: jabalíes, ciervos, zorros… Ello le hace ser un destino deseado para el cazador. Tienen interés los cortijos que se encuentran en la comarca, como la del Esparragal en Gerena o Torre la Reina en Guillena. El nombre de este último procede de la reina María de Molina a quien perteneció.

El parque Natural de la Sierra Norte se sitúa en el macizo de Sierra Morena. Abarca los municipios de Alanís, Almadén de la Plata, Cazalla de la Sierra, Constantina, Guadalcanal, Las Navas de la Concepción, El Pedroso, La Puebla de los Infantes, El Real de la Jara y San Nicolás del Puerto. Es un paisaje de media montaña con alturas entre los 500 y 900 m de bosque mediterráneo. Su fauna la constituyen el gato montés, el jabalí, el zorro, el lobo, el ciervo, el meloncillo… y aves como el águila imperial, real, culebrera y calzada, el buitre leonado y negro, la cigüeña negra… Entre sus pueblos destaca Cazalla por sus famosos aguardientes y licores de guindas y por su rico patrimonio como la iglesia de la Consolación o las importantes muestras de arquitectura civil.

Enclavada en la Subbética andaluza, esta comarca posee una fuerte personalidad propia marcada por sus espectaculares paisajes de naturaleza arcillosa, sus siluetas alomadas y sus miradores naturales. En su pasado habitó estos parajes el célebre bandolero José María el Tempranillo, lo que dota a la zona de una aureola legendaria, que sumada al aire de la Serranía convierte este lugar en un punto de singular magia. Igualmente, la Serranía ofrece una serie de paisajes casi vírgenes entre los que destaca una reserva natural en la que vive una colonia de buitres leonados. Más allá de estos atractivos, la Sierra Sur reserva al visitante una sucesión de pueblos dispersos donde la blancura de sus construcciones y sus callejuelas laberínticas, la sombra de los encinares y olivares que los circundan, aportan un remanso de paz para los habitantes de la ciudad.

Morón se encuentra en el borde de la campiña y la sierra sur. De orígenes remotos, Plinio la identificó con Arunci y ya Estrabón la citó como Morón. En el siglo XI encabezó un pequeño reino de Taifas. Tras la conquista en el XIII estuvo bajo el dominio de la Orden de Calatrava hasta el siglo XV que pasó al señorío de los Duques de Osuna. Fue una villa fronteriza medieval con su castillo en alto y el caserío a sus pies. La fortaleza la construyeron los árabes sobre el original romano, aunque las tropas napoleónicas la volaron en 1812. De su rico patrimonio arquitectónico destaca la iglesia de San Miguel, construida entre 1503 y 1730 con estilos que abarcan desde el gótico tardío al renacimiento y añadidos barrocos. El famoso Gallo de Morón recuerda la tradición del XVI del escarmiento que el pueblo dio a un recaudador de impuestos que se extralimitó en sus funciones.